No es solo un conjunto de técnicas para enseñar a personas con necesidades específicas, es más bien un espacio de oportunidades, adaptación y creatividad.
Más allá de libros y metodologías, es una experiencia profundamente humana. Implica paciencia, empatía y la capacidad de ver el potencial donde otros ven dificultades. Es aprender todos los días que la enseñanza no es un molde rígido, sino un constante ajuste y descubrimiento. Y aunque a veces pueda ser desafiante, también es enormemente gratificante, porque no solo transformas vidas, sino que también te transformas a ti misma en el proceso.
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